Lo folclórico ya no es souvenir

El arte popular mexicano siempre ha sido símbolo de identidad. Pero en los últimos años, una nueva ola de artistas está rompiendo con la mirada turística, decorativa y superficial del folclor. Ya no se trata de reproducir lo típico: se trata de reinterpretarlo con mordida, con crítica, con emoción, con glitch.

El bordado ya no es para colgar en la cocina, ahora grita frases incómodas sobre maternidad, feminismo o salud mental.
La cerámica no busca perfección, busca contar historias que se parecen más a una sesión de terapia que a un taller artesanal.
Y la cartonería dejó de limitarse al alebrije colorido para convertirse en meme, en sátira, en protesta callejera.

El arte popular se volvió político, íntimo, digital y colectivo. y nos encanta.

Algunos artistas que están redibujando el mapa del folclor:

@wessmontoya

Con su estética kitsch, gráfica saturada y humor incómodo, Wess Montoya recupera símbolos populares y los mezcla con relatos de salud mental, consumo, espiritualidad millennial y ternura queer. Su trabajo se siente como ir al mercado con el corazón roto y encontrar consuelo en una veladora con tu cara.

@villanaart

Artista mexicana que mezcla fotografías, diseño textil y bordado para representar su identidad mexicana. El trabajo de Victoria Villasana cuestiona las representaciones tradicionales y busca imprimir su sello personal en piezas con significado.

@fertattoo2406

Tatuadora que traslada patrones de bordado tenango a la piel. Lo suyo es cruzar técnicas de bordado tradicional mexicano con tatuaje contemporáneo, en diseños que reconocen raíces pero que también tienen voz personal. Fernanda Ramírez, pionera de este estilo.

El folclor como proceso, no como adorno

Este tipo de arte nos recuerda que las tradiciones no son piezas de museo: son herramientas vivas, mutantes y políticas.

En ArtBank nos obsesionan esos cruces.
Donde lo popular es incómodo.
Donde lo estético también es catarsis.
Donde lo Mexa se siente, no se simula.

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