El “México Core” y el nacionalismo latino: identidad, rótulos y cultura viva 

Porque lo que compartimos no es solo el español: es una constelación de lenguas —del portugués al náhuatl, del quechua al mixe— y 40 tipos de salsa. 

De “fondo exótico” a foco cultural 

No es que Bad Bunny haya puesto de moda ser latino… es que, después de décadas resistiendo, lo latino dejó de pedir permiso y empezó a ocupar espacio. Durante años, nuestra identidad fue encasillada como “exótica”, “colorida” o “tropical”: decoración de fondo, rara vez protagonista. Hoy, lo regional–popular–auténtico es un statement estético y político. 

¿Podemos poner de moda ser #BienMexa? Sí, pero no por estilizar símbolos: por activar valor —económico, cultural y comunitario— en torno a ellos. 


“México Core”, ejemplos claros (sin folklore de souvenir) 

  • Rótulo y oficio: menús de fonda, tortillerías y ferreterías con letras a mano, fileteado, sombras y degradados; números de precio como héroe. 

  • Íconos populares: lucha libre (máscaras, tipografías “rudas”), lotería, papel picado, calcas de combi y stickers de parabrisas. 

  • Sonoridades vivas: son jarocho y huasteco, mariachi y banda, cumbia norteña y rebajada, danzón en plazas; flyers de baile y sonidero. 

Via: @rey.pincel

  • Textil y materia: rebozos, tenangos, bordados istmeños, chaquira wixárika, barro negro, talavera, palma e ixtle. 

  • Comida como sistema visual: trompos de pastor, vitrinas de pan dulce, carritos de elotes y raspados con carteles fluorescentes; “hoy sí hay” escrito en vidrio. 

  • Movilidad y calle: microbuses y peseros con nombres tipografiados, rutas pintadas a brocha, tapetes de taxi. 

  • Cromática emocional: rosa mexicano, bugambilia, cempasúchil, verde bandera, barro rojo. 

  • Lengua viva: modismos y diminutivos (“pásele”, “bien frío”, “de a cómo”), fonética escrita y humor de barrio. ¿Y si tu estilo no es uno solo? 

Vía: City Foodsters

¿Para qué le sirve esto a un artista? 

Lo “México Core” no es un filtro estético: es un sistema de decisión. Una idea pertenece a la identidad cuando mejora al menos una de estas tres cosas: claridad (se entiende a primera vista), cercanía (suena a nosotros) o circulación económica local (deja valor en la comunidad). Si no, es ornamento. 

Casos que prenden la conversación de identidad en el mundo y en México 

Bad Bunny en Cannes — “Ahora todos quieren ser latinos”: Un statement incómodo: la industria global consume nuestra estética, pero no siempre nuestra narrativa. El punto no es “verse latino”, es crear desde lo latino

Karol G — Tropicoqueta: No fue “solo un show”: fue caribe mainstream. Tropical no es cursi: es memoria afectiva. Es novela, barrio, domingo de limpieza. Convertirlo en espectáculo global valida un archivo emocional compartido. 

Cine — Ya no estoy aquí (Netflix): Desde Monterrey: cumbia rebajada, estética Kolombia, migración y pertenencia sin estereotipo. Demuestra que nuestras microculturas dialogan con el mundo sin perder raíz. 

Teatro y TV — Mentiras (musical y serie en Amazon Prime) Del kitsch al símbolo generacional. Reapropiación ochentera con ironía feminista: pelucas, humor y “himnos migajeros” como resistencia emocional. 

Música que se cantó a México (y hoy el mundo escucha): Juan Gabriel (México es Todo), Luis Miguel (México en la Piel), Natalia Lafourcade (Un Canto por México), Lila Downs (Balas y Chocolate), Molotov ( Gimme Tha Power/ Frijolero/ Puto). Café Tacvba (Revés/Yosoy, Jei Beibi). 

Via: Rockaxis

La identidad también se escribe con brochas 

¿Quién hubiera dicho que varios países latinoamericanos comparten un lenguaje visual, crudo y popular, en la rotulación? La tipografía popular pintada a mano, puesta en diálogo regional, se manifiesta con variaciones: semejante, pero distinta. 

  • México: rótulos de fondas y ferreterías; microbuses tipografiados. 

  • Perú: carteles “chicha” fluorescentes. 

  • Argentina: fileteado porteño. 

  • Colombia: rótulos de tiendas y buses intermunicipales. 

  • Chile: letreros de ferias libres a brocha gorda. 

  • Brasil: letreiros de botecos y lambe-lambe

  • Caribe hispano: barberías, colmados y guaguas con promos pintadas. 

Cinco principios de diseño que vale la pena heredar 

  • Precio como héroe (jerarquía extrema). 

  • Sombras y contornos para legibilidad a distancia. 

  • Lenguaje cómplice (“hoy sí hay”, “pásele”). 

  • Color de alta energía (contrastes duros, flúor). 

  • Ortografía viva (fonética y modismos que acercan). 

Muchos de estos oficios hoy operan en condiciones cada vez más desfavorables y, en algunos casos, han desaparecido. Ayudar a que nuestra identidad permanezca no es “simular barrio”, sino comisionar oficio: contratar rotulistas, pagar su tiempo, documentar el proceso y dar crédito. 

“Ciudad de Tipos es un archivo visual de lo que sí está escrito en piedra. Un proyecto que trata de preservar un lenguaje visual a través de plataformas populares para generar ese compromiso con artistas creadores: recordar e inspirarse desde sus calles.

Volver a la raíz para diseñar un futuro latino común 

La inspiración no está en un moodboard importado: está en la raíz. En el rótulo del mercado, la cadencia de cumbias y boleros, y los dichos que cambian de acento pero guardan la misma picardía.  

Lo que nos une no es un idioma único, sino una memoria compartida: sobremesa larga, humor ante la crisis, manualidad que dignifica el trabajo, música como ritual y calle como aula. Ese es el verdadero nacionalismo latino: no un cierre identitario, sino una alianza de raíces que se reconocen y se potencian. 

#Reto: 2 preguntas para pasar del discurso a la práctica 

  • ¿Qué código popular de identidad puedo usar y por qué (más allá de “se ve cool”)? 

  • ¿Qué quedará después de mi exploración u obra (conocimiento, piezas útiles, vínculos)? 

Hora de pensar.  

¡Nos leemos muy pronto! 

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