Sueño Perro: los fantasmas de Amores Perros vuelven a ladrar 

Un cuarto de siglo después de su estreno, Amores Perros no ha perdido la fuerza con la que irrumpió en el cine mexicano y mundial. Pero ahora regresa bajo otra forma: no como película, sino como resurrección. Así lo llama Alejandro González Iñárritu, que abre al público las imágenes que alguna vez decidió enterrar en la sala de edición. 

Foto: Marta Marinotti

La Fondazione Prada de Milán exhibe Sueño Perro, un viaje a lo invisible: más de un millón de pies de película —los descartes, las tomas nunca vistas, los instantes detrás de cámara— guardados por décadas en los archivos de la UNAM. Lo que en su momento fue silencio hoy se convierte en instalación viva, un espejo roto de aquella Ciudad de México del año 2000. 

No se trata de una retrospectiva complaciente, sino de un universo paralelo: la película que pudo haber sido, los rostros y paisajes que quedaron fuera de cuadro, la respiración del celuloide crudo. Una memoria alterna que late al ritmo de la obra original, pero que propone su propio relato. 

Foto: Fondazione Prada

A la muestra se suma la voz de Juan Villoro, quien con México 2000: The Moment that Exploded reconstruye el clima político y social de ese año en el que el país se sacudía entre el fin de un régimen y el inicio de otro. Una instalación que dialoga con la película y con la historia real, subrayando que la ficción siempre guarda un pulso con la vida. 

Sueño Perro confirma que el legado de Amores Perros no pertenece al pasado, sino al presente. Lo que vimos en el cine hace veinticinco años regresa expandido, desbordado, convertido en experiencia sensorial y archivo emocional. 

Foto: Marta Marinotti

Cuando la muestra viaje a México, cerrará un círculo inevitable: las imágenes que nacieron en las calles de la capital volverán a casa, esta vez transformadas en un acto de memoria colectiva. 

Porque, como nos recuerda Iñárritu, “el cine no se termina en la sala de edición. Siempre quedan fantasmas por despertar.” 

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