Leer en dos mundos: el feed y la hoja
¿Por qué conviven Substack y el regreso del impreso? Porque se puso de moda leer.
Newsletters: del scroll al compromiso (y por qué ahora)
Tampoco es pantalla vs. papel. Lo que vemos es una coreografía nueva de lectura: newsletters largos que llegan al inbox con la intimidad de una carta, y objetos impresos —revistas, zines, partituras, vinilos— que piden mesa, manos y ritual. Substack es el termómetro más visible: más autorías migran a la suscripción directa por tres fuerzas combinadas—fatiga algorítmica, recortes en medios tradicionales y necesidad de “poseer” la relación con su audiencia (la lista de correo).
Aun así, la tendencia es clara: el público vuelve a orbitar voces escritas y no a los feeds.
Lecturas detonadoras y el péndulo del long-form
Durante un buen tramo pareció que las ganas de leer en línea se habían aplanado: el timeline priorizó el short-form y el long-form quedó bajo sospecha (“la gente ya no lee”). El péndulo se mueve de vuelta.
Textos con tesis clara, marco interpretativo y tono autoral vuelven populares y polémicos; se fragmentan en clips, dúos y resúmenes y reaniman el deseo de leer en cualquier formato. El short-form es el “tráiler” que enciende; el long-form, la “película” que ordena ideas y ancla comunidad. El caso reciente del artículo de Vogue, “Is Having a Boyfriend Embarrassing Now?”, ilustra cómo un texto salta a miles de timelines y se convierte en conversación transversal en TikTok: de revistas como contenedores, a revistas como gatillos culturales. Link: https://www.vogue.com/article/is-having-a-boyfriend-embarrassing-now
Otro ejemplo del péndulo escrito al performance digital es el caso de Rosalía: Antes del sencillo, publicó la partitura manuscrita de “BERGHAIN” en Substack y dejó que la lectura se volviera acción: fans y músicos la interpretaron, circularon versiones y especularon sobre el nuevo ciclo sin ni siquiera saber cómo iba a sonar la pieza más que en papel. Un gesto simple con dos efectos: el post digital se vuelve partitura-objeto y la comunidad participa antes del estreno. La lectura no es pasiva; es performativa. Link: https://substack.com/home/post/p-176024844
Physical media: deseo, control y colección
El regreso del impreso ya no es nostalgia pura: es una estética del control y del apego. En música, el vinilo encadena más de una década de crecimiento y concentra buena parte de los ingresos físicos; en cine/series, crece el “own your media” ante catálogos que desaparecen del streaming. El retail masivo recorta estanterías, pero se abren marketplaces o ferias para ediciones de nicho. El resultado: lo físico migra de lo masivo a lo curado, de alto apego y colección. Menos ejemplares, más significado.
Puesto de Vinilos a un costado del Mercado de Artesanías La Ciudadela en Balderas
Librerías y fanzines: donde el independiente encuentra casa
La infraestructura de esta hibridación está en los espacios. Librerías y cafés-librería vuelven a ser terceros lugares donde el impreso independiente encuentra casa. En Ciudad de México, La Americana (Condesa) mezcla librería, bar y curaduría de editoriales latinoamericanas independientes con presentaciones, lecturas y talleres: no solo se compra, se practica una vida lectora compartida. A escala de ecosistema, ferias como HARDCORE CDMX Art Book Fair (Can Can Press + LagoAlgo) y ZINEFEST CDMX tejen circulación para tirajes cortos; fanzinotecas universitarias (UNAM/Chopo, CIEG) preservan y activan acervos. Esta “cadena de cuidado” —editar, imprimir, encuadernar, exhibir, vender, archivar, prestar— vuelve sostenible a la microeditorial y convierte al objeto impreso en punto de encuentro.
La Americana, Condesa
¿Por qué todo esto convive? Tres hipótesis útiles
La primera es de atención: el newsletter resuelve lectura directa y lenta en móvil; el impreso activa rituales (materialidad, portada, encuadernación, colección). La segunda es de higiene mediática: audiencias huyen del ruido algorítmico con canales de suscripción u objetos estables que no cambian por updates. La tercera es de capital cultural tangible: exhibir un vinilo o un zine señala pertenencia (escena, barrio, taste). Lo físico ancla identidad; lo digital acelera conversación.
No se trata de elegir bando, sino de diseñar ecosistemas texto-objeto. Residencias que cierren con una publicación riso y su versión digital suscribible; kioscos de impresión en sucursal para imprimir zines y activar mesas de intercambio; clubes de newsletters que terminen en suplementos impresos con respuestas e ilustraciones; hemerotecas vecinales con revistas y fanzines mexicanos para consulta y préstamo corto; y lecturas performativas (partituras, mapas, recetas) que se ejecuten en vivo. Arte local, cultura capital—en feed y en hoja.
El resurgimiento no desmiente la hegemonía del streaming ni del scroll: la complementa. Leemos online para conversar ya y buscamos objetos impresos para pertenecer y recordar. Si entendemos dónde aporta cada soporte —proximidad de autoría en el newsletter; ritual, colección y territorio en el impreso— podemos dejar de perseguir modas y empezar a cultivar comunidad.