JOSÉ GUADALUPE POSADA: EL HOMBRE QUE LE DIO ROSTRO A LA MUERTE

En México, la muerte no se esconde: se viste de fiesta, se pinta de colores y se burla de sí misma. Y si hay un rostro que encarna esa ironía tan mexicana, es el de La Catrina. Su creador, José Guadalupe Posada, fue mucho más que un grabador o caricaturista: fue el cronista visual de un país que aprendía a reconocerse entre el porfiriato y la revolución, entre el lujo importado y la miseria del pueblo.

El arte de lo cotidiano y lo político

Posada nació en Aguascalientes en 1852 y creció rodeado de un México que cambiaba de piel. Su talento para el dibujo lo llevó a retratar la vida diaria con una mirada aguda, sarcástica y profundamente popular. Desde hojas volantes y periódicos, plasmó escenas de borrachos, políticos corruptos, crímenes, milagros y chismes de vecindad. Todo valía, porque todo era México.

Pero su verdadera genialidad fue usar el grabado como un lenguaje del pueblo. Sus imágenes circulaban en los mercados, en las calles, en las manos de quienes no sabían leer. Con cada línea, Posada democratizó el arte mucho antes de que esa palabra estuviera de moda.

La Calavera Garbancera: una burla que se volvió ícono

Hacia 1910, Posada dibujó una figura esquelética elegantemente vestida, con sombrero de plumas y aires de alta sociedad. Era La Calavera Garbancera, una sátira contra los mexicanos que renegaban de sus raíces indígenas para imitar modas europeas.

Con el tiempo, Diego Rivera la bautizó como “La Catrina” en su mural Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central, convirtiéndola en símbolo eterno de la identidad mexicana: la muerte como espejo y como orgullo.

Del grabado a la inmortalidad

Posada murió en 1913, sin imaginar que su arte trascendería generaciones. Su estilo —crudo, humorístico, incisivo— fue la semilla de la gráfica mexicana moderna e inspiración directa para artistas como Rivera, Orozco y Ruelas. Hoy, su legado vive en altares, tatuajes, pasarelas y festivales.

La Catrina ya no es solo una crítica social: es una declaración de vida.

La muerte como espejo de México

Cada noviembre, cuando el país se llena de papel picado y cempasúchil, La Catrina vuelve a caminar entre nosotros. Y con ella, el espíritu de Posada: ese artista que supo mirar de frente la muerte para recordarnos que, al final, reírnos de ella es también una forma de vivir.

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